E.T.A Hoffmann

Cualquier excusa es buena si el objetivo es acercar un autor. Además es domingo y los domingos están hechos para leer.

De todos modos, en esta ocasión tengo otra buena excusa para hablar de Hoffmann y es que tuve la oportunidad de pasar por la casa que habitó desde 1809 hasta 1813 en Bamberg, Baviera, Alemania.

E.T.A Hoffmann, quien en realidad recibió el nombre Ernst Theodor Wilhelm Hoffmann (más adelante reemplazó el Wilhelm por Amadeus debido a su admiración por Mozart), nació el 24 de enero de 1776 en Königsberg (ciudad que en ese entonces era territorio de Prusia) y murió el 25 de junio de 1822 en Berlín.

Se podría decir que Hoffmann, que vivió 46 años, tuvo una vida prolífica. Estudió derecho, fue compositor, director de orquesta, crítico musical, dibujante y caricaturista, pero pasó a la posteridad como un escritor alemán significativo del Romanticismo.

El entusiasmo que se había sembrado en la época anterior al Romanticismo, es decir, durante el período del Sturm und Drang (tormenta e ímpetu) influyó directamente en muchos escritores del romanticismo, entre ellos, en nuestro querido Hoffmann. Sin embargo, Hoffmann no pertenecía al círculo de los románticos tempranos de Jena, como Schlegel o Novalis, pero asimismo en su escritura hay influencias de los autores mencionados.

La estética de Hoffmann es particular, plantea ambivalencia, una especial atmósfera onírica en donde una va y viene entre secuencias aparentemente reales y completamente fantásticas.

Se dice que Hoffmann fue el primer romántico en indagar en las sombras de la existencia humana, su «lado oscuro» y construir con ellas una narrativa cínica y pintoresca. En sus motivos a la hora de escribir influyeron también los conocimientos que el autor adquirió sobre medicina y psiquiatría, facilitados por dos amigos de él, uno médico, otro psiquiatra.

Otra particularidad de la época que influyó en la obra de Hoffmann fue el resurgimiento de las sociedades secretas o sectas, la Orden Rosacruz o Iluminati, por ejemplo. En este sentido, todo lo que sucedía y generaba misterio era también porción de su materia prima. En contraposición a otros románticos de la época, como Goethe, Hoffmann mantiene como leitmotiv o tema central la idea de estar de manera incontrolable a merced de una fuerza extraña y maldita. En este sentido, Hoffmann encontró muchas veces la inspiración en la novela gótica, en autores como Matthew Gregory Lewis, entre otros.

Para ir cerrando esta brevísima pseudosemblanza del autor alemán, se puede comentar que en un determinado momento de su vida, particularmente en su período en la actual Polonia, Hoffmann empezó a consumir alcohol, digamos que se volvió alcohólico, pero de una manera atípica, es decir, no cayó en lo que entendemos como el clásico borracho descontrolado. Esta faceta es constatación de su biógrafo, Wilhelm Ettelt: «Selten trank er zu viel und niemals so viel, dass es ihm die Sinne raubte» (raras veces bebía tanto y jamás lo suficiente como para perder el conocimiento).

Una primera lectura básica sobre este autor da cuenta, desde el principio, de su carácter particular y de la intensidad con la que vivió sus años activos, mudándose de un lugar a otro, actual Polonia, Bamberg, Leipzig, Berlín…

Su tumba está en Kreuzberg, un barrio de Berlín.

Finalmente, tres de sus cuentos y una novela que puedo recomendar:

  • Las aventuras de la noche de San Silvestre (1814/1815)
  • El hombre de arena (Nachtstücke – 1816/1817) -> extracto disponible haciendo click acá
  • Dux y Dogaresa (Die Serapionsbrüder – 1819/1821)
  • Opiniones del gato Murr (1819/1821)

Ahora ya tienen el discurso listo por si les preguntan quién fue E.T.A Hoffmann y por si llegan a andar paseando por Bamberg o Berlín.

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